Si hacemos una comparativa del Batman de Tim Burton y el de Cristopher Nolan (obviando el esperpéntico terrorismo kitsh de Joel schumacher), nos encontramos con dos propuestas muy diferentes: si Burton pretendía mimetizar una estética de cómic extravagante y enloquecido que servía a su vez de perfecta carta de presentación a sus posteriores obras, el Batman de Nolan es más oscuro, humano y tenebroso, responiendo a una mayor concepción trascendentalista de las escenas y una elevación de la historia a la categoría de tragedia de acción monumental y sutilmente íntima a partes iguales.
La idea original de Nolan era la realización de un tríptico, que tiene en su primera entrega (Batman Begins, 2005) una visión de Gotham sin precedentes, donde ya despuntaban los pilares sobre los que iba a construir su personal Batman; en The Dark Kinght (2008), la megalomanía y seriedad en algunos momentos forzada, quedaba totalmente disfrazada bajo la histriónica y magnética interpretación del desafortunado Heath Ledger como el perfecto Joker. Pero la saga estaba incompleta, hasta ahora.
por Aleix Castany Jaen
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