¿Qué es... el Montaje?
Técnicamente, podemos definir el montaje como “la acción de unir entre ellos los diferentes planos filmados que componen una película”. Algo en apariencia tan sencillo y obvio, resulta ser la esencia de lo que concebimos actualmente como CINE (y también, uno de los oficios cinematográficos más olvidados).
Mucha gente da por sentado (aquellos que al menos han superado la barrera de pensar que las películas son creadas íntegra y mágicamente por los actores) que el director sabe con precisión quirúrgica la duración exacta que tendrá cada plano y el momento supra-correcto de la película en que aparecerá. Y es un pensamiento erróneo, puesto que una película, como cualquier otro producto artístico, es un ente orgánico, capaz de cambiar y dar sorpresas durante su proceso de creación, y el cine (salvo algunas excepciones) termina de gestarse precisamente en la sala de montaje.
El montador, que ha de tener un desarrollado sentido del ritmo y de la narración, escoge, ordena y une todo el material filmado siguiendo una dinámica concreta marcada por el guión, la dirección y el propio material. Es un trabajo durísimo, porque el material rodado puede tener cientos de horas de duración (varias tomas por plano, escenas extra…), y aunque el guión y el director marquen unas directrices inamovibles, eso no quiere decir que el material hable por sí mismo. Hay que entenderlo, interpretarlo, darle un sentido y un ritmo. Está desordenado, todavía no es nada.
Durante el proceso de montaje, se descubren vacíos en el argumento o fallos de dirección que han de corregirse. Generalmente, es imposible rodar escenas nuevas o arreglar otras, así que el ingenio del montador y del director ha de unirse para analizar y distribuir los planos, escenas y secuencias de otra manera para que todas las piezas encajen y funcionen con la máxima perfección posible.
Como podemos ver, el montaje es una labor profundamente creativa. Es como escribir una novela: las palabras (planos) crean frases (escenas), y con las frases, se forman capítulos enteros (secuencias). Como escritor, no inventas las palabras, si no que las combinas de una manera u otra para crear mensajes con una estética, ritmo y significado concretos. El montaje, salvando las distancias, es algo muy, muy parecido.
Si te interesa saber más, recomiendo la lectura de una joya literaria escrita por uno de los mejores montadores de cine habidos y por haber: En el momento del parpadeo, de Walter Murch. Es formidable encontrar un genio del montaje que, además, sea un gran escritor y un gran transmisor de conocimiento. No os lo perdáis.
Diez montajes indispensables (links incluidos):
- JFK (Oliver Stone, 1990)
- Nostalgia (Andréi Tarkovski, 1983)
- El hombre de la cámara (Dziga Vertov, 1923)
- El Dulce Porvenir (Atom Egoyan, 1997)
- The French Connection: contra el imperio de la droga (William Friedkin, 1971)
- Baraka (Ron Fricke, 1992)
- Toro Salvaje (Martin Scorsese, 1980)
- El Paciente Inglés (Anthony Minghella, 1996)
- Cabaret (Bob Fosse, 1972)
- Hasta que llegó su hora (Sergio Leone, 1968)
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