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Vittorio Storaro: maestro de la luz


Vittorio Storaro: maestro de la luz


Hoy en día, es casi imposible sentir lo mismo que sintieron los espectadores de la primera sesión exhibida para un público (el 28 de diciembre de 1895 en París) al ver como un tren se les venia encima. Quizás porque hemos perdido cierta capacidad para ser impresionados en estos días en los que mañana ya es pasado, y dónde las posibilidades técnicas de grabación están casi al alcance de todos. Pero existe una serie de cuestiones que podemos ignorar pero de cuya influencia no podemos escapar.

Encontramos toneladas de papel en los que artistas de todas las disciplinas y vanguardias, han realizado ensayos y teorizado sobre, mas o menos, las mismas cuestiones que ya son admitidas y aceptadas como una ciencia: la de la percepción, que explica de forma casi matemática la manera de percibir, leer, y al fin y al cabo, entender una imagen o una realidad demostrando, de forma irrefutable, una idea simple que da sentido al trabajo de un director de fotografía. Reaccionamos a la luz.

De esta forma, la luz ayuda a contar una historia dotándola de aspectos dramáticos y líricos que son fundamentales en el cine. La luz aporta algo mas a la película, sintonizando con la idea del director y el guion. De la misma forma que iluminamos la cara con la linterna desde abajo para infundir mas terror en una historia de miedo.

El director de fotografía elimina todo lo superfluo e innecesario, y reduce el plano a lo que es necesario que veas para sentir la unión con la historia; señala allí donde debes mirar, y cómo has de verlo. El movimiento de cámara que te introduce en la descripción de lo que no podemos ver, o la la luz que te hace sentir tal y como se siente el personaje en ese momento de la historia. Sin ninguna duda, y teniendo en cuanta que el cine son 24 fotografías por segundo y la fotografía es la escritura de luz, no podemos obtener la menor pieza audiovisual sin fotografía, sin luz.

Para que la obra funcione, es necesario que todo esté interelacionado y que cada elemento aporte todo su potencial dentro de un todo; por ese motivo el director de fotografía y el director han de trabajar en la misma idea y estar en comunión creativa. En la historia del cine hay kilómetros de celuloide que atestiguan esa simbiosis creativa, y una de las figuras mas relevantes, por su nitidez y coherencia en las historias de ficción, es Vittorio Storaro.

Storaro comenzó los estudios formales de cinematografía en la italiana Escuela Nacional de Cine, Centro Sperimentale di Cinematografía, aunque había convivido con el genero toda su vida, puesto que era hijo de un proyeccionista de cine. Trabajó como operador de cámara durante muchos años, lo que le permitió familiarizarse con las limitaciones o posibilidades técnicas de las cámaras, lentes, luces... Hasta que en 1968 se dá su opera prima como director de fotografía, Giovinezza.

Su condición de heredero de todas las antiguas técnicas de otros grandes de la fotografía, y su capacidad de experimentar con todas las posibilidades visuales de una imagen, hacen de Storaro un director que ha sabido expresar con la luz todo aquello que necesitaban los guiones de los que se ha hecho cargo, aportando a sus películas sentido propio e introduciendo la luz como un elemento mas de la psicología de los personajes.El trabajo de Storaro se centra en el efecto psicológico que tienen los diferentes colores y la manera en que éstos influyen en la percepción de las emociones. El ultimo emperador es uno de los films que mas hondo llegan en este aspecto. La película se nos muestra sesgada en colores y teñida de tonos que representan el estado evolutivo de la personalidad del protagonista; los colores se van sumando o apareciendo a la vez que el personaje crece y aumentan su espectro, madurez y conciencia..

Su trayectoria profesional está plagada de nombres célebres como  Francis Ford Coppola, Warren Beatty y Bernardo Bertolucci, siendo éste ultimo con el que ha tenido mejor cohesión creativa a la hora de rodar. Aunque su primer éxito fue Apocalypse Now (Francis Ford Coppola,1979) por la que ganó su primer Oscar, y cuya atmósfera visual le ha convertido en una de las películas más espectaculares del cine, su filmografìa esta compuesta de grandes hitos del cine como RojosNovecento, El último tango en París, El Conformista, El cielo protector, Tango, Goya en Burdeos o One From the Heart.


Vittorio Storaro es así uno de los directores de fotografía que posee un reconocimiento especial en el séptimo arte, llegando incluso a tener filtros de luces específicos que llevan su nombre y a tatuar en nuestro cerebro imágenes y planos con significado propio que nos hace recordar películas por un plano o una secuencia especifica; nos ha convencido de que el Napal no puede tener otro color que el amarillo, y que si viajamos a cualquiera de los lugares de rodaje de sus películas, la realidad será profundamente insuficiente.

por Gorka Gómez

APOCALYPSE NOW (1979)

EL ÚLTIMO EMPERADOR (1987)







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