Poco puede explicarse de la trama de Incendies (nominada al Oscar 2011 a la mejor película extranjera), y no precisamente por falta de ella. El argumento es tan retorcido y apasionante que cualquier sinopsis convencial se transformaría en un enorme spoiler. Sí podemos decir que se inicia en Canadá en 2010 con la muerte de una anciana madre, inmigrante, que a modo de testamento deja a sus dos hijos mellizos dos cartas y una petición: han de viajar al Líbano en busca del padre y un hermano desaparecidos durante la guerra, y entregarles sendas cartas para resolver, de esta manera, un terrible secreto familiar y curar la mayor de las vergüenzas. Con este punto de partida, el virtuoso director Denis Villaneuve hila un fascinante thriller dramático que te mantiene adherido al sofá durante dos horas y media, arrebatándote por completo la concepción del tiempo y haciendo de Incendies una de las películas más entretenidas de los últimos años.
Esta compleja caja china, repleta de pistas y enigmas, enlaza con gran inteligencia y pulcritud dos historias paralelas que se alimentan entre sí: la road movie por Oriente Medio de los hermanos mellizos, y la historia de la madre en su atormendada juventud, que en acertadísimos flash backs nos presenta el demoledor drama social que supuso la guerra entre cristianos y musulmanes en los años '70, y también el drama individual de una mujer valiente y decidida cuya vida jamás le dió tregua.
En cada pueblo, una pregunta. En cada pregunta, una vergüenza del pasado. Tranquila pero opresiva, la road movie anvanza sin prisa saboreando lentamente la tensión de un misterio que se infla en los desolados parajes rurales de una Libia quebrada y silente, que no quiere sino olvidar los crímenes que mancharon de sangre sus aldeas y familias. No te roba el aliento, no te hunde en frenesí; te deja en silencio, concentrado, es una intriga elegante y dolorsa. Y aunque la trama se preste a una película drogada de drama y desesperación, contemplamos con asombro la carencia absoluta de sensiblería barata. En Incendies, el dolor es una nota sostenida y eclipsada por el misterio, pero que está siempre presente. Por suerte para nosotros, y para el cine, no es otra La Lista de Schindler; su cometido principal no es hacernos llorar, si no regalarnos una película apasionante que sea, a su vez, un precioso tratado sobre el perdón.
Si el tema, el tono y la dirección no fueran suficientes, en la película de Villaneuve hallamos un reparto magnífico. Las dos protagonistas (madre e hija), nos brindan dos interpretaciones fabulosas que se mimetizan por completo con el estilo de la película: contenida, muy medida y elegante. Dos actricez llenas de fuerza y naturalidad.
Por último, nos encantaría poder comentar el acojonante y sorprendente final de la película, pero sería criminal. La resolución del misterio os dejará sin habla, desencajados, estallará en vuestras mentes y ahí se quedará durante muchos, muchos días. Os llevará a un lugar realmente jodido, y jodido es la palabra. Imposible de imaginar.
En vez de trailer, os dejamos la secuencia inicial de la película, conducida por un excelente tema de Radiohead. Que la disfrutéis.
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